Érase una vez yo que paseaba tranquilamente por la vida, cuando conocí a un ser maravilloso. Atento, simpático, cariñoso, alegre, inteligente, interesante, dulce, sensible, educado. Tenía una sonrisa preciosa. Le interesaba todo lo que le contaba. Daba sin esperar recibir nada a cambio. Se dejaba ayudar y me ayudó a superar todos mis problemas.

Pero un día le besé, y, casi sin darme cuenta, se transformó completamente, y se convirtió en uno más