Tu boca roja en la mía, la copa que gira en mi mano, y mientras el vino caía supe que de algún lejano rincón de otra galaxia, el amor que me darías, transformado, volvería un día a darte las gracias. Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da, nada es más simple, no hay otra norma: nada se pierde... todo se transforma.